miércoles, 4 de febrero de 2015

Basílica de Santa Sabina

Basílica de Santa Sabina, Roma, 422 – 432.


Tras la Paz de la Iglesia, en 313 el Cristianismo experimentó un auge sin precedentes, extendiéndose por todas las capas de la sociedad romana, incluso llegando a la familia imperial, y será ahí donde recibirá el apoyo necesario para consolidarse como la principal religión, y tras el Edicto de Tesalónica en 380, será el único credo permitido, por lo que pasó de la clandestinidad a la exclusividad en poco más de seis décadas. Será esta nueva situación la que obligue a adoptar un nuevo modelo para poder satisfacer las particularidades de la liturgia cristiana y sus nuevas necesidades de reunión, ya que los antiguos domus ecclesiae se había visto insuficientes, es por ello que se adoptará la tipología de la basílica romana, debido a sus características y al valor simbólico del mismo, al tratarse de un edificio vinculado a la administración de justicia, factor que contrastaba con la posibilidad de haber adoptado la tipología de de templo romano que por otra parte no era la apropiada, puesto que estaba concebido como hogar del dios, y no como un espacio de reunión, que era el principal objetivo del templo cristiano.

Para este crecimiento tan fulgurante hubo una figura capital, sería el emperador Constantino, será el primer gran promotor de estas construcciones, llevando a cabo una importante política edilícia en este periodo y construyendo edificios tan significativos con fueron las iglesias de San Juan de Letrán y San Pedro del Vaticano, ambas no se conservan en la actualidad, pero esta actividad no cesará tras esta etapa, y el ejemplo que mejor se conserva en la actualidad de esta nueva etapa, continuista por otra parte, es la basílica de Santa Sabina, construida sobre la colina del Aventino entre los años 422 y 432, en Roma.

Se trata de un edificio de planta basilicar, de 3 naves, separadas por 2 hileras de columnas con capiteles corintios que sustentan arcos de medio punto, en el fondo de la nave central se sitúa un enorme arco de medio punto, a modo de arco triunfal, que da paso al espacio más sagrado del edificio, constituido por un ábside con planta semicircular y cubierto por cúpula de cuarto de esfera y que alberga el altar mayor.

A destacar de todo el conjunto serán los elementos decorativos realizados con opus sectile de mármol y que se encuentran dispuestos en las enjutas de los arcos de la nave central, junto con la puerta principal del lado oeste, labradas con escenas bíblicas, se pueden considerar los elementos decorativos más singulares de todo el conjunto.





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