Basílica
de Santa Sabina, Roma, 422 – 432.
Tras
la Paz de la Iglesia, en 313 el Cristianismo experimentó un auge sin
precedentes, extendiéndose por todas las capas de la sociedad
romana, incluso llegando a la familia imperial, y será ahí donde
recibirá el apoyo necesario para consolidarse como la principal religión, y tras el Edicto de Tesalónica en 380, será el único credo permitido, por lo
que pasó de la clandestinidad a la exclusividad en poco más de seis
décadas. Será esta nueva situación la que obligue a adoptar un
nuevo modelo para poder satisfacer las particularidades de la
liturgia cristiana y sus nuevas necesidades de reunión, ya que los
antiguos domus ecclesiae se había visto insuficientes, es por ello
que se adoptará la tipología de la basílica romana, debido a sus
características y al valor simbólico del mismo, al tratarse de un
edificio vinculado a la administración de justicia, factor que
contrastaba con la posibilidad de haber adoptado la tipología de de
templo romano que por otra parte no era la apropiada, puesto que
estaba concebido como hogar del dios, y no como un espacio de
reunión, que era el principal objetivo del templo cristiano.
Para
este crecimiento tan fulgurante hubo una figura capital, sería el
emperador Constantino, será el primer gran promotor de estas construcciones, llevando a cabo una importante
política edilícia en este periodo y construyendo edificios tan
significativos con fueron las iglesias de San Juan de Letrán y San
Pedro del Vaticano, ambas no se conservan en la actualidad, pero esta
actividad no cesará tras esta etapa, y el ejemplo que mejor se
conserva en la actualidad de esta nueva etapa, continuista por otra
parte, es la basílica de Santa Sabina, construida sobre la colina
del Aventino entre los años 422 y 432, en Roma.
Se
trata de un edificio de planta basilicar, de 3 naves, separadas por 2
hileras de columnas con capiteles corintios que sustentan arcos de
medio punto, en el fondo de la nave central se sitúa un enorme arco
de medio punto, a modo de arco triunfal, que da paso al espacio
más sagrado del edificio, constituido por un ábside con planta
semicircular y cubierto por cúpula de cuarto de esfera y que alberga
el altar mayor.
A
destacar de todo el conjunto serán los elementos decorativos
realizados con opus sectile de mármol y que se encuentran dispuestos
en las enjutas de los arcos de la nave central, junto con la puerta
principal del lado oeste, labradas con escenas bíblicas, se pueden
considerar los elementos decorativos más singulares de todo el
conjunto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario