La
iglesia de San Clemente de Taüll pertenece a un grupo de
iglesias del valle de Boí, que en durante el Románico Maduro
seguirán construyendo al modo del Primer Románico, empleando
aparejo y decoración lombarda en su arquitectura, se caracterizan
por sus cabeceras con ábsides semicirculares, como el que recibe
esta pintura mural.
La
representación de Cristo Pantocrator, en el centro de la obra, de
mayor tamaño en una claro uso de la perspectiva jerárquica,
inscrito en la mandorla, que lo separa del mundo terrenal y sobre sus
hombros aparecen el alfa y el omega, primera y última letra del
alfabeto griego, como principio y fin de todas las cosas. A sus lados
se representan en 2 registros el resto de figuras del conjunto. En el
registro superior se representan a dos ángeles, junto con otros
cuatro que portan los símbolos del Tetramorfos. Bajo ellos,
flanqueando una ventana se disponen bajo unas arquerías y separados
por columnas a varios apóstoles y a la Virgen María, identificados
gracias a unas inscripciones.
Las
figuras carentes de expresividad, con un predominio del trazo y
ausencia de volumetría, lo convierten en un arte poco naturalista e
intelectualizado, que junto al temática elegida marcan la tendencia
como Italo-Bizantina, por otra parte, la común en la zona.
La
iconografía de Cristo es conocida como Maiestas Domini,
aparece como Juez, que regresa al Final de los Tiempos para juzgar a
la humanidad, se le representa bendiciendo con la mano derecha,
mientras sostiene con la izquierda el Libro de los Siete Sellos, cuya
apertura simboliza el inicio del Juicio, y en el que se puede leer
“Ego Sum Lux Mundi”, “yo soy la luz del mundo” . El
hieratismo de las figuras enfatiza el carácter divino y centra la
representación en el mensaje doctrinal que se pretendía con estas
obras.
El
uso de vivos colores entronca con le pasado arte de los beatos,
mientras que para su realización se emplea una técnica a medio
camino entre el fresco y el temple, aplicando los colores sobre un
revoque húmedo para ser terminado en seco.