Tríptico realizado con la técnica del temple por el autor Simone Martini con
el apoyo de su cuñado y discípulo Lippo Memmi en 1333, la obra se realizó
para un altar lateral del Duomo de Siena. Simone Martini será uno de
los mayores maestros de la escuela de Siena en el Trecento, periodo
en el que se pretendió romper con los lazos artísticos y cánones
de la tradición bizantina, iniciada a finales del Duocento.
La
escena de la anunciación se encuentra flanqueada por el Santo Ansano, patrón de Siena, y con la Santa Margarita, enmarcada por elementos
arquitectónicos claramente góticos con sus característicos pináculos. Se retoma el fondo dorado,
concediendo el cariz abstracto característico de la época bizantina,
pese a ello no se abandona la elegancia y suntuosidad que imprimen
los detalles, gestos y colores. La preocupación por el volumen de
los cuerpos se remarca en los ropajes de los santos, mientras que
debido al color de la túnica del Arcángel este aspecto no se
cobra la misma importancia, mientras que otro aspecto característico de este periodo
como es la preocupación por la tridimensionalidad del espacio no está tan enfatizado.
Los
dos personajes principales se sitúan en el centro de la composición, se capta
el instante en el que el Arcángel Gabriel se arrodilla ante la
Virgen, dotando de dinamismo la escena, este movimiento se observa en
la capa de éste, junto con una forzado contraposto de la Virgen, a
la que acompaña su expresión asustada y mira al arcángel. Entre
ellos se sitúan dos elementos cagados de simbolismo, como es el
jarrón de lirios en el centro, símbolo de pureza y virginidad de la
Virgen, y en la parte superior la paloma que representa al Espíritu
Santo.
En
la parte superior a la arquitectura gótica se disponen 4 medallones
de los cuatro evangelistas relacionados con el milagro de la
Encarnación, Jeremías, Isaías y Daniel, el medallón central se
encuentra vacío.
En
1309 se da un hecho que influirá notablemente en el panorama
artístico Europeo, el traslado del Papado a la ciudad francesa de
Aviñón, con lo que Roma perderá su protagonismo y en consecuencia
surgieron nuevos focos como Siena, Florencia y principalmente Asís.
Otra característica que marcará el nuevo periodo es el cambio de la
valoración de los pintores, alejado a la tradicional condición de
maestros artesanos.